En la Biblia, encontramos que nuestro cuerpo es un templo del Espíritu Santo, y como tal, debemos cuidarlo y honrarlo con todo lo que hacemos, incluyendo la manera en que nos alimentamos. 1 Corintios 6:19-20 nos recuerda que “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo”, por lo que debemos ofrecer a Dios un cuerpo limpio y saludable. Esto implica tomar decisiones conscientes sobre lo que comemos, evitando aquellos alimentos que puedan dañar nuestro organismo. El eliminar la carne, el licor y el tabaco es una forma práctica de honrar a Dios, buscando cuidar de nuestra salud y bienestar.

La salud física es fundamental para poder cumplir con los propósitos que Dios tiene para nuestras vidas. Al optar por una dieta saludable, basada en alimentos naturales y nutritivos, nos aseguramos de mantener nuestro cuerpo en condiciones óptimas para el servicio a Dios. La Biblia en Proverbios 3:7-8 también nos anima a ser sabios en nuestras decisiones, y al comer de manera saludable, mostramos sabiduría y obediencia a los principios de salud que Dios ha establecido. La abstención de la carne, el licor y el tabaco no solo es beneficiosa para nuestro cuerpo, sino también para nuestra mente y espíritu.

Al cuidar nuestro cuerpo con hábitos saludables, estamos también demostrando gratitud a Dios por el regalo de la vida. Cada decisión que tomamos sobre nuestra alimentación debe ser una oportunidad para glorificar a Dios. En Romanos 12:1, se nos exhorta a “presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”, lo cual incluye la responsabilidad de cuidar nuestra salud. De esta manera, a través de lo que comemos, podemos rendir honor a Dios y ser testimonio de su bondad y fidelidad en todo lo que hacemos.